jueves, 25 de junio de 2020

¡El público importa!

Una propuesta artística empieza a existir cuando se presenta ante el público, al menos en términos de trascendencia. Hasta ese momento, habrá sido un gran esfuerzo en tiempo, talento y -seguramente- dinero. Pero es cuando el público la recibe cuando cobra vida. Esas personas que acuden individualmente a una sala de exposiciones, un teatro, un auditorio, una esquina... todas juntas conforman un público que aporta valor al producto presentado.

¿Cómo? Además de su importante decisión de asistir, programarse, adquirir una entrada (cuando procede) y -habitualmente- comentarlo con las personas de su entorno; una vez concluido todo, suele compartir su opinión 'in situ' en forma de aplausos, risas, comentarios... Más adelante, y cada vez más, dejando su valoración en redes sociales, de nuevo en su entorno...

Decidir qué y cómo se presenta ante el público depende de artistas y responsables de las distintas administraciones o espacios de carácter privado. Las expectativas, gustos u opiniones del público no deben ser elementos definitivos para tomar esa decisión, aunque quizás convenga tenerlos en cuenta. También deben estar presentes en un análisis posterior de lo sucedido. Análisis que es -cuando existe- cuantitativo, pero pocas veces incluye otro tipo de consideraciones.




Fotografía: es.dreamstime.com



Algunos espacios, desde hace tiempo, incluyen en sus líneas de trabajo escuelas de espectadores. Convocan a personas con interés por lo artístico y plantean distintas estrategias para mejorar su experiencia como asistentes, desarrollar su espíritu crítico y buscan, en el mejor de los casos, que todo desemboque en lo que algunos llaman programación participada. Pocos casos conocemos en los que este último objetivo alcance un peso relevante.

También los centros de producción o creación investigan nuevas líneas para generar experiencias artísticas que resulten atractivas y, por supuesto, rentables. Rara vez el público participa en algún momento del proceso.

En alguna ocasión, compañías de teatro nos han invitado a ensayos, como prepúblico. Tras presentar su propuesta, se genera un diálogo para, supuestamente, conocer las sensaciones generadas durante el test y replantear ciertas cosas. Hasta ahí bien. Útil, salvo porque generalmente esas sesiones tienen lugar muy cerca del estreno y los comentarios recibidos difícilmente se podrán tener en cuenta para modificar algo. Solo sirve para esperar la reacción del público tras las funciones que vendrán. Una pena.

El público no debe ser esa masa compuesta por personas que solo tienen en común el hecho de que compren una entrada y aplaudan al final del espectáculo. Son murmullos antes (expectativa), silencios durante (atención), reacción después (crítica) y un ser, con forma de grupo, que puede ser estudiado y comprendido desde lo individual. 

Acceder al público y entenderlo es complejo, pero necesario.

miércoles, 17 de junio de 2020

El tamaño sí importa, Cultura en pequeño formato.

Como en otras situaciones de crisis, sospecho que las acciones de pequeñas dimensiones abundarán en los próximos tiempos. Eso sí, con una gran diferencia: también los públicos serán reducidos (superado el ámbito digital).

Hace años, la crisis -y no una decisión artística en la mayoría de los casos- provocó que la oferta cultural se viera colonizada por solos, dúos, pequeños recitales, conciertos acústicos... El teatro, la música, la danza y, sobre todo, la comedia, mutaron a formatos ya existentes pero no tan extendidos, al menos, con esa intensidad.

Esta mal llamada nueva normalidad, añadirá a esta ecuación la variable público, una variable reducida a porcentajes que harán que resulte muy complicada la rentabilidad de los espectáculos, tanto para programadores como para artistas (y quizás para el público, que quizás vea incrementados los precios habituales).

Volverán a aparecer los 'artistas orquesta', que no tendrán más remedio que saber de guion, dirección, producción, contabilidad, luz, sonido... Y eso tendrá consecuencias para artistas y para esas otras profesiones del sector que verán reducida su actividad.

Existirán excepciones, claro, siempre las hay. Las grandes marcas funcionarán a otro nivel, mientras que la 'cultura de guerrilla' sobrevivirá inventando nuevos formatos, intentando acceder a dinero público o renunciando a su caché y enfrentándose a lo incierto del porcentaje de taquilla o, lo que es aún peor, a la cruel taquilla inversa.



Pieza de danza: Dakini (Paloma Hurtado)
Fotografía: Luca Lorezo Sala 


Pero, ¿qué puede hacer el público? Depende. 

Hay personas que consumen Cultura por un tema estético, como entretenimiento, como parte de esa liturgia social en la que se consumen productos (ahora nos los venden como experiencias) y listo. No es malo, ojo. Aunque son las otras, esas personas que se acercan al hecho cultural como quien va al mercado, por necesidad, las que se alimentan de Cultura, entienden el proceso que hay detrás, asumen su responsabilidad y todo de un modo activo, con un plan, un itinerario marcado que, ahora sí, generará experiencias que aportarán valor más allá del necesario placer.

Cada persona invierte (o gasta, depende de los casos) su dinero como quiere, faltaría más. La Cultura también tiene pequeño comercio, también aspira a ser sostenible. Claro que las grandes superficies culturales (entendiendo esto como grandes compañías, centros de producción o exhibición...) deben existir. Ya lo hacen, generan redes de trabajo, relaciones con la administración, tienen público cautivo... Permíteme que me preocupe algo menos por ellas. Hay 'experiencias' que no podrá ofrecernos nunca una pequeña compañía de teatro, alguien que canta en un bar con la única compañía de su guitarra o ese pequeño grupo de personas que conserva la tradición artesana de su comarca, pero también podrán 'regalarnos' la magia de lo cercano, lo íntimo, del pequeño formato.

Hace muchos años, asistí a un concierto de Bebo Valdés en una playa, como parte de las acciones paralelas de un gran festival. Una tarima modesta, un piano de cola y unos pocos espectadores. Cuando el ya mayor músico cubano se sentó al piano, nos miró y dijo: “Somos pocos, pero de los buenos”.

¡Quédate con eso!




lunes, 8 de junio de 2020

Una nueva imagen, un mismo punto de partida.

En febrero de 2011 se desarrolló la primera acción de PETÍCOMITÈ, el Día de los Enhumorados, un encuentro de fotografía, música y comedia (artes escénicas). La idea -que aún nos persigue- era poner a prueba una hipótesis sencilla: la cultura se transmite mejor en grupos reducidos y aprovechando la prescripción de las personas cercanas. En otras palabras, es más probable generar nuevos públicos intentando que acudan a pequeñas presentaciones y por recomendación de alguien que perciban como de referencia en esa disciplina.

No, aún no lo hemos demostrado, pero desde aquella fecha y tras una larga lista de acciones y proyectos de estas características, son muchos los comentarios recibidos en ese sentido, lo que nos anima a seguir trabajando en esa línea. El punto de partida es, por tanto, el mismo. Lo hemos llamado 'microcultura'.

PETÍCOMITÈ en datos no es gran cosa, pero debemos interpretarlos en clave micro, es decir, entendiendo que el objetivo no es cuantitativo, que las acciones nunca han reunido más de 80 personas (la media quizás sea de 25 personas por acción como aforo máximo) y que se busca ofrecer -usando la creatividad, siempre que sea posible- una experiencia que acerque a la persona a una nueva disciplina para, quizás, generar nuevos públicos a través de estrategias que la microcultura permite, como la participación activa en las mismas y charlas con artistas. 

Aún así, ahí van algunos datos:

Años de PETÍCOMITÈ 9
Proyectos desarrollados 28
Acciones 76
Disciplinas 26
Colaboraciones con artistas 72
Espacios distintos 36
Asistentes +1.400

En este blog compartimos algunas de esas acciones, no como promoción, sino después de celebradas, porque hemos detectado que en la Cultura, generalmente, faltan crónica y crítica. También intentamos lo de la crítica, pero eso lo comentaremos otro día.

Por diversas razones abandonamos el blog, pero intentaremos retomarlo, sin pretensiones, sin compromiso de actualización, pero compartiendo aquí algunas cosas de las que hacemos. 

Tras esos años de inactividad (no en el desarrollo de acciones, tanto colaborativas como por encargo de administraciones o empresas), regresamos -no podía ser de otro modo- con una imagen renovada
Más sencilla pero que busca poner el acento en la persona y, por extensión, en las personas usuarias de proyectos culturales.

Una nueva imagen pero un mismo punto de partida.